Los de Sergio Scariolo consiguen su cuarta victoria de la temporada en Euroliga, todas ellas jugando en el Movistar Arena ante su público, ante un desdibujado Fenerbahce que apenas opuso resistencia al dominio abrumador del equipo anfitrión en todas las facetas y de principio a fin.
El partido comenzó con una parcial inicial demoledor de 17-2 en apenas tres minutos y medio de juego, mostrando desde el primer momento la intensidad en defensa y la fluidez en ataque que Scariolo había pedido. A pesar de una reacción visitante con tres triples consecutivos, dos de Horton-Tucker y uno de Colson, que obligó a un tiempo muerto con el marcador a 7 puntos, un triple final de Hezonja dejó el primer cuarto en un claro 25-16.
El segundo cuarto fue un festival blanco. El Madrid se erigió en un muro impenetrable, liderado por un excelso Garuba que se desató con tres tapones consecutivos. El juego fluido y dinámico del ataque madridista se combinó con la asfixiante defensa para desatar la locura de los aficionados. Una floritura de Llull para Garuba, que asistió a un Facu Campazzo, hoy con la chispa habitual de la temporada pasada, para clavar un nuevo triple desde la esquina, elevó la ventaja a 14 puntos (34-20), forzando un tiempo muerto de un sobrepasado Jasikevichus.
La fiesta defensiva no paró ahí, con Tavares y Lyles sumándose a la cuenta de tapones. El Fenerbahçe solo pudo anotar 6 puntos en este cuarto, mostrando una carencia de ideas total ante el vendaval blanco. Un Madrid muy superior en ambos lados de la cancha se fue al descanso con una gran ventaja : 49-22 que a la postre se mostró irremontable.
Tras la vuelta a la cancha, el ritmo de anotación bajó, con un inicio de tercer cuarto algo espeso por ambos lados. Sin embargo, el control del partido nunca estuvo en peligro. El conjunto de Scariolo siguió encontrando puntos fáciles corriendo al contraataque, mientras el Fenerbahçe se mostraba ineficaz. A pesar de las imprecisiones, los blancos volvieron a ganar el parcial y extendieron la diferencia a 29 puntos (64-35).
El último cuarto, ya sin historia, sirvió para certificar la victoria local con un juego sin mucho brillo. Un triple de Abalde y un alley-oop de Llul a Garuba, adornado con otro taponazo del pívot, mantuvieron la distancia. Solo Wade Baldwin, muy solo y anárquico en ataque, intentó maquillar el resultado.
El partido finalmente acabo con un 84-58, una diferencia que refleja la superioridad total del Real Madrid en una noche donde su defensa fue histórica: el equipo acabó el encuentro con 9 tapones, demostrando una gran intimidación e impenetrabilidad en la pintura.
Los blancos acaban así la jornada con 4 victorias y cuatro derrotas, en novena posición. El siguiente compromiso en Euroliga para los de Scariolo es el clásico del 7 de noviembre en el Palau.